Skip to content
Inicio » Aquí no nos perdemos: nos arrancan.

Aquí no nos perdemos: nos arrancan.

Hoy nos faltas Isabel.

No conocí a Isabel Nieto. No fui su amiga, ni su alumna, ni su compañera de trabajo. Nunca cruzamos palabras, ni cafés, ni miradas en la calle.

Pero hoy, que su nombre circula en las noticias, que su rostro aparece en las publicaciones como otra más encontrada sin vida, siento una rabia, una tristeza que se me atraviesa en la garganta. Porque Isabel no murió. A Isabel la mataron. Le arrebataron la vida, los sueños, las pequeñas rutinas que nos sostienen como seres humanos, dentro de lo cotidiano.

Isabel era maestra. Tenía treinta años. Y quizá también tenía sueños que compartía en voz baja con alguien de confianza, como quien cuida algo que apenas crece. Quizá estaba pensando en tomar un curso, en volver a empezar algo o simplemente en descansar un fin de semana. O quizá en vivir. Solo en eso. Vivir.

Pensar en Isabel, es pensar en mí, en ti. En que quitarle la vida a una mujer, es un acto de costumbre. Como quien conduce un auto para llegar al trabajo todos los días.

Pensar en Isabel, es imaginarla como muchas de nosotras: mandando mensajes de voz, haciendo planes, comiendo en familia. Con días buenos y otros quizá no tanto. Contestando con emojis, cuidando de otros, alistándose para salir a la vida.  Sin embargo, alguien le quitó todo eso. Y como siempre el Estado llegó tarde, o más bien, no llegó.

No conocí a Isabel, es cierto, pero no necesito haberla conocido para saber que su vida valía. Para saber que no es justo, que no es normal que te arrebaten la vida. Que no podemos seguir aceptando esto como si fuera parte de un paisaje. Porque aceptarlo, es una manera de permitir que otros decidan nuestro destino: el de desaparecer.

Hoy nos falta Isabel. Pero nos faltan muchas más. Demasiadas. Y aunque no podamos traerlas de vuelta, tampoco podemos dejar de intentar. Hay que hablar, escribir, organizarse, incomodar. Hay que acompañar a las que buscan. Hay que dejar de culparnos entre nosotras. Educar a los niños distinto.

Que cada vez que veamos una fotografía pegada en una barda, compartida en un muro de Facebook, dejemos de mirar hacia otro lado. Que al ver los rostros de quienes están desaparecidas, sintamos que nos falta una parte del cuerpo. Porque nos falta.

Y sí, puedo leerme soñadora, pero espero que algún día despertemos sin alertas, sin rostros nuevos en fichas de búsqueda, sin mujeres ausentes. Tal vez algún día no tengamos que encender veladoras, ni ser espectadores de familias que ya no sueñan, que solo buscan. Tal vez algún día podamos vivir sin miedo a desaparecer para nunca volver.

Pero hoy no. Hoy, seguimos sin estar completas.
Seguimos sin muchas, y hoy también, sin Isabel…